Skip to main content
Nessuna copertina
Categoria: Produzioni digitali
Editore: CDSR
Biblioteca: Archivio Saveriano Roma (ASR)
Luogo: Roma
Anno: 2019
N° catalogo: XIV.6565
Note: Nella scheda il testo completo; traduzione a cura di Gerardo Custodio Lopez.

Visite: 318

Scheda informativa

AMAZONAS: LA PÁGINA DEL GÉNESIS POR ESCRIBIR

Tea Frigerio

RESUMEN

Los textos sagrados de los pueblos amazónicos son los cantos, las poesías, los mitos, así como la biblia es nuestro Texto Sagrado. Es la provocación que el texto nos invita a acoger. El texto sagrado nace de las constantes relecturas de la experiencia fundante del pueblo de Israel. Relecturas provocadas por el contexto histórico, por la situación existencial que el pueblo vivía y que exigía una constante actualización de la Palabra.
El momento histórico que estamos viviendo: El Sínodo para Amazonia nos invita a acoger los Textos Sagrados de los pueblos indígenas y afrodescendientes, amazónida, como palabra que fue y está siendo escrita, para abrir nuestras mentes y nuestro corazón a la Palabra de Dios que nos invita a escuchar, a escribir hoy, a partir de la Amazonia.

ABSTRACT: Sacred texts are the songs, the poetry, the myths of the Amazonian people, as well as the Bible is our sacred text. It is the provocation that the text invites us to host. The sacred text is born of constant re-interpretation of the founding experience of the people of Israel. Re-interpretation caused by historical context, the existential situation that the people lived and which required a constant up date of the Word.
The historical context that we are living: “The Synod to Amazonia” invites us to welcome the sacred texts of the indigenous people and afro-descendants, amazônida, as a Word that was and is being written to open our minds, our hearts to the Word of God, which we are invited to listen and to write today from the Amazon.

___________________________________________

 

ESCUCHAR

Las palabras de la canción Perla azulada de Zé Miguel, cantautor de Macapá, me acompañan e inspiran mientras pienso como poner en palabras mis reflexiones.

Ya aprendí a volar dentro de ti
Anclar en el espacio al sentir cansancio
Huesos de la jornada.
Ya aprendí a vivir como vive desnudo
Un cacique “arara” cultivando aurora
Luz de su tiara.

Yo amo a ti, tierra amada
Mi eco, mi iglú, mi casa.
Yo amo a ti, perla azulada cuenta
En el collar de Dios, colgada.
¡La bendición, mi madre!

Ya aprendí a nadar en su mar azul
Adorar agua, hombre, pez, agua
Fuente iluminada
Ya aprendí a ser parte de ti
Respetar la vida en su barriga
Cuantos más van a aprender.

Tierra, tierra por más distante el errante
Navegante quien jamás te olvidará.

La melodía invita a estar en silencio para oír, escuchar las palabras de un anciano zapoteco (CIMI, 2002, p. 56)

Dicen que se va la cultura de los indios,
De ella nadie se interesa,
Se encuentra ya en ruinas, dicen
La lengua de mi pueblo.

La lengua de mi pueblo
Se la llevará el diablo,
Pues ahora hablan tan solo
La lengua de los vencedores.

¡Ah! Cultura de mi raza
Lengua de mi pueblo
Quien te da la espalda no sabe
La grandeza de la herencia materna.

 ¡Ah! Cultura de mi raza,
Lengua de mi pueblo,
Yo sé que desaparecerás
El día que desaparezca el sol.

 

Son palabras profundamente tristes y al mismo tiempo llenas de utopía, de sueños. Palabras que nos retan a escucharlas como Texto Sagrado para transformar la tristeza en esperanza.

La experiencia milenaria de los Pueblos Amazónicos representa un camino posible de convivencia e interrelación en la casa común. Los elementos y principios de esa convivencia son presentados en la letra de la canción Cuidar la Tierra do grupo Imbaúba, composición de músicos amazonenses, Celso Braga y Cándido, que dice así:

 

Nosotros somos parte de la tierra, la tierra es parte de nosotros,
Uno es la extensión del otro, nosotros no vivimos a solas.

Lo que falta para entender, cosa tan sencilla así
Cuando yo cuido de lo que es mío, estoy cuidando de mi           
Cuando yo cuido de lo que es mío, estoy cuidando de mi

Y preservar es tan sencillo, no requiere tanta ciencia
Basta respeto y cuidado, y un poco de conciencia.

Ahí, todo se resuelve. Ahí, la vida florece,
Cada río que yo dejo limpio, la naturaleza agradece,
Cada río que yo dejo limpio, la naturaleza agradece.

Con mucha sabiduría decían nuestros abuelos:
Si cuidamos de la tierra, la tierra cuida de nosotros.

Es una invitación que nos reta a darnos cuenta de la centralidad del cuidado de la casa común. Cuidar de la casa común implica en cuidar primeramente unos de los otros, en una actitud de respeto por la vida y por la dignidad de cada uno, y de todos simultáneamente. Un principio ancestral de los Pueblos Amazónicos es: nosotros somos parte de la tierra, la tierra es parte de nosotros. Uno es la extensión del otro, nosotros no vivimos solos. La conciencia de la convivencia en la interdependencia es el principio del respeto y del cuidado: si nosotros cuidamos de la tierra, la tierra cuida de nosotros. (REPAM, 2018, p. 15).

El cuidado de la casa común nos conduce a percibir la utopía de la sociedad justa y fraterna que conocemos en el mito de la Tierra sin Males, presente en la letra de la música guaraní:

Oh, quiero oír las serenatas, ver crecer nuestras florestas
E tocar la guitarra.
Ah, amigo mío, ven a cantar, pues el día va a rayar,
Y habitar en esta canción.
Ah, que nostalgia del poeta, del artista, del profeta,
Que el tiempo eternizó.
Ah, ver los niños por las plazas, paz y papalote, pan gratis,
Como el olor de la menta.
Ah, agua pura ahí en la fuente y la gente mira los montes,
Sin tener miedo del mañana.
Ah, mi lindo continente que hizo de la sangre, la semilla
Para ver el sol nacer.
Ah, nuestras florestas tan bonitas, verdes mares, canto a la vida,
Cuando el día amanezca.
Ah, cuanta lucha en la frontera, tanto dolor en la cordillera
Que el Cóndor no voló.
Ah, danza y tierra guaranís, de una raza feliz
Que el hombre diezmó.
Ah, voy en los pasos de un niño,
En mi corazón latino
La esperanza tiene lugar.
Ah, cuando llega la nostalgia, abre las alas libertad
Que no paro de cantar (CF, 2006)

Los cantos y las poesías despiertan la memoria con las palabras de Euclides da Cunha: Realmente, la Amazonia es la última página, aún por escribirse, del Génesis”.

El tiende un hilo entre la Amazonia y el Génesis, nuestro Texto Sagrado, como Texto Sagrado son los cantos y las poesías. El Texto Sagrado nace de las constantes relecturas de la experiencia fundante del pueblo de Israel: la liberación de la opresión de Egipto. Relecturas provocadas por el contexto histórico, por su situación existencial que el pueblo vivía y que exigía una constante actualización de la Palabra, con el fin que de que hablara a los tiempos nuevos.

Cada pueblo tiene sus Textos Sagrados, sea en la tradición oral o escrita. Nosotros cristianos heredamos nuestro Texto Sagrado del Judaísmo en lo que es el Primer Testamento, en cuanto al Segundo Testamento nació de la tradición y reflexión teológica oral y después escrita, de las Primeras Comunidades sobre la vida de Jesús.

El texto bíblico nos hace pensar en la hechura de un tejido, en una gran colcha de retazos tejida a partir de una pieza base: un Texto primero-originario, texto base que tiene un patrón inicial y con el tiempo se va alargando y enriqueciendo. El patrón inicial inspira nuevos trazos, repitiendo, innovando, introduciendo nuevos diseños y símbolos. Los tejedores y tejedoras usan nuevos hilos, nuevos colores. A veces prevalecen los tonos oscuros, en otras, los tonos luminosos, tonos de desesperación y de esperanza. Son tonos que hablan de las experiencias de la vida: dolor y pasión, crueldad y donación, opresión y libertad, egoísmo y solidaridad, indiferencia y lucha, lloro y alegría. El Texto, tejido que articula la experiencia de la fe como respuesta humana a los retos históricos o a la interpelación divina en la historia.

El Texto fundante que reconocemos para creer en el Dios liberador, es semilla que va a desdoblarse y florecer, fructificando en las múltiples experiencias del pueblo a lo largo de la historia. Es luz que ilumina las historias antiguas y las lee repetidamente en la variedad de nombres con que el pueblo va identificando al Señor, en la experiencia de Jesús de Nazaret, en la Comunidades…

A rigor, esta experiencia nos invita a ir más allá, pues el Dios del éxodo es liberador porque es el Dios de la vida, el Dios presente en la vida, es Dios-Vida. La Vida es el hilo conductor. Regresando a la imagen del texto - tejido, la vida es el hilo – color que sobrepasa toda la trama del diseño, toda la colcha de retazos. El color-vida es el hilo conductor de toda relectura, es el patrón que compone nuestro Texto Sagrado. Texto Sagrado que consideramos Palabra de Dios. Texto Sagrado que no es libro cerrado, sino que se desparrama en la historia. Es fuente que nos invita a escuchar la Palabra de Dios en el día a día, en la historia. Es escucha que ilumina y alimenta creativamente nuestro pensar, nuestra acción, que nos hace capaces de releer y así continuar escribiendo el Texto Sagrado. La colcha de retazos no está concluida, pues estamos todavía tejiendo, estamos aun escribiendo.

La Vida es el hilo conductor que sobrepasa todo Texto Sagrado. La Vida es el enmarañado que compone la trama de la Amazonia. Las florestas tropicales están entre los más antiguos ecosistemas terrestres. Eso vale especialmente para la Amazonia donde la vida se manifiesta en los centenares, si no, millares de interrelaciones entre las especies, gratificándonos con su explosión vital. La Amazonia tiene su vocación nítidamente forestal. Por eso, tenemos que encararla como fuente inagotable de vida, luz, renacimiento, regenerando el amor. Un milagro en cada amanecer.

El momento histórico que estamos viviendo: el Sínodo para Amazonia, va a ser la estrella que guía, que provoca a ponernos en camino como se pusieron en camino los sabios que vieron en el cielo la estrella, se dieron cuenta que lo nuevo estaba despuntando de lo antiguo (Mt 2,2).

Las reflexiones del Sínodo Especial superan el ámbito estrictamente eclesial amazónico, por ser relevantes para la Iglesia Universal y para el futuro de todo el planeta. Partimos de un territorio específico, del cual si quiere hacer un puente para otros biomas esenciales de nuestro mundo: Cuenca Fluvial del Congo, corredor biológico mesoamericano, florestas tropicales de Asia Pacífica y Acuífero Guaraní, entre otros. (DPSA, 2018, p.6).

SILENCIO…

En el silencio, crear las condiciones para enfocar la vista y percibir el color-vida que del Texto Sagrado se desprende invitándonos a ser tejedores. En el silencio, alertar los oídos para escuchar los sonidos que van a orientar nuestras manos en el patrón antiguo que se renueva. En el silencio, purificar nuestro sentir, y así, darnos cuenta de los olores que se desprenden y nos invitan a salir a buscarlos, siendo atrevidos. Abrir nuestras mentes, nuestro corazón a la Palabra de Dios ya que somos invitados a escribir hoy, a partir de lo que es la Amazonia.

Hacer silencio y sentir la brisa que sopla de la floresta, el frescor que viene de las aguas, la multiforme belleza que brota del ecosistema: ¿qué mensaje nos anuncia y llega hasta nosotros en la brisa, en el agua, en la belleza del ecosistema?

E Fritjof Capra, en su libro O Ponto de Mutação, afirma con palabras proféticas: la nueva visión de la realidad… se basa en la conciencia del estado de interrelaciones e interdependencia esencial de todos los fenómenos - físicos, biológicos, psicológicos, sociales y culturales. Esta nueva visión trasciende las actuales fronteras disciplinares y conceptuales (CAPRA, 2000, p. 259).

El pensamiento ecológico nos invita a pensar y a vivir la vida como una red de relaciones, y que forman un ecosistema. El pensamiento ecológico es parte de la elaboración de nuevos paradigmas de pensamiento, entre ellos, la hermenéutica bíblica. El pensamiento ecológico ha desafiado a leer de nuevo las primeras páginas de nuestro Texto Sagrado, Génesis 1-3. Estamos conscientes de que son lecturas de mitos de la creación de pueblos entre los cuales vivía el pueblo de Israel. Hay en él dos relatos de la creación, y hoy existe un consenso que son una reflexión de fe a partir de contextos existenciales de lugares y épocas diferentes.

Nosotros los cristianos reconocemos, y de esto necesitamos pedir perdón, que estos textos, sobre todo Gn 1, 26-28, fueron leídos e interpretados, en la civilización occidental, para legitimar la construcción de una mitología de poder, dominación y explotación indiscriminada sobre la naturaleza.

Los textos de Gn 1-3 aunque escritos en épocas diferentes (siglos VI y X), nos llegan en continuidad uno de otro. Esto nos lleva a la necesidad de leer apropiadamente cada texto y también a darnos cuenta que uno es el complemento del otro, uno aclara al otro. Gn 1,28 evidencia los verbos kabash (pisar en el suelo, subyugar), radah (dominar), por lo que Gn 2,15 nos habla que el ser humano debe abad (cultivar) y shamar (cuidar el suelo). Pisar en la tierra, cuidar, cultivar el suelo para que la vida se multiplique y sea fecunda es la vocación humana inscrita en estos textos.

Abraham Heschel escribe: No se puede construir otra imagen del Todopoderoso más que esta: nuestra propia vida como representación de Su voluntad. Hombre y Mujer creados a Su imagen, deben imitar Su misericordia. El delegó a la humanidad el poder de actuar en Su lugar. Somos sus representantes cuando aliviamos el sufrimiento y traemos alegría. (BRENNER, 2000, p. 36). Parafraseando me atrevo a escribir: el Todoamoroso nos creó Mujer y Hombre, a Su imagen y semejanza, para ser en el universo la continuación de Su presencia creadora y fecunda, para cultivar y cuidar la vida.

Pablo, en su carta a los Romanos, asocia a la humanidad el gemido que sale de la tierra cautiva. Nos anima a decir que, a nuestro gemido, el Espíritu viene en socorro, pues no sabemos escuchar los gemidos que suben del universo, no sabemos gemir (Rm 8, 18-27). Palabras que nos invitan a dejarnos llevar por la Divina Ruah, que une su gemido al nuestro; acoger los nuevos paradigmas que están siendo elaborados, y por ellos iluminados a leer nuestro Texto Sagrado. Dejarnos conducir por la Divina Ruah que hace suyo nuestro gemido y el de la naturaleza, permitiendo que nos lleve al encuentro de las personas, cristianas y no cristianas que están en ese camino, entrelazando nuestra acción y respondiendo a las interpretaciones en la historia de hoy. La Divina Ruah haga penetrar en nosotros el gemido de la naturaleza que anhela la liberación y así el universo liberado, será el Oikos, la casa común de todos los seres vivos y del propio Dios.

Hacer silencio para oír el canto de los pueblos amazónidos[1], pueblos remanecientes, pueblos resurgentes: ¿Qué es lo que estos pueblos están cantando?

Ger Theissen en su libro: La Religióne dei primi cristiani – Uma teoría sul cristianismo delle origini, se pregunta a respecto de la particularidad del sistema de señales en la religión. Responde diciendo que es una combinación de tres formas de expresión que se entrecruzan: mito – rito – ethos. A partir del análisis de cada elemento, desarrolla y señala como el Movimiento de Jesús se volvió Religión Cristiana (THEISSEN, 2004, p. 16).

Quiero resaltar eso porque no podemos leer la Biblia a partir de la Amazonia, olvidando esta realidad tan entrañada en la vida de los pueblos indígenas. La Biblia, nuestro Texto Sagrado, está también entrañada de mitos, ritos y ethos.

“Los pueblos Tupí, en general, y los Guaranís, en particular, tienen como elemento fuerte de su teología, la superación del sufrimiento por la conquista de la tierra sin males. Entre los varios mitos se destaca este, de los Guaranís Apapocuva, recogido por Curt Nimuendaju, el inicio del siglo XX” (CF 2002).

En el libro del Génesis encontramos también relatos que nos hablan de un jardín de armonía plena, de aguas que todo sumergen y de una señal en el cielo como memoria de una alianza entre Dios y los seres vivos que habitan la tierra.

Vamos a leerlos en paralelo, percibiendo los puntos de encuentro y las peculiaridades de cada relato.

TIERRA SIN MALES

GÉNESIS 6,5- 9,17

El Padre grande quiere acabar con la tierra por causa de la maldad:

Cuando Nhanderuvusu (nuestro gran Padre) resolvió acabar con la tierra debido a la maldad de las personas…

Dios tiene una actitud semejante viendo la maldad humana:

Yahvé vio que la maldad del ser humano era grande sobre la tierra…

Haré desaparecer…

Gn 6, 5-7

Alguien merece que se le avise de lo que va a suceder:

Avisó anticipadamente a Guiraypoty, el grande Chamán, y mandó que danzase. Este le obedeció, pasando toda la noche en danzas rituales. Y cuando Guiraypoty terminó de danzar, Nhanderuvusu retiró uno de los puntales que apoya la tierra, provocando un incendio devastador.

Noe encuentra gracia y Dios le comunica su propósito:

Pero Noé encontró gracia a los ojos de Yahvé…

Dios le dice a Noé: “llegó el fin de toda carne, Yo lo decidí, pues la tierra está llena de violencia por causa del ser humano y yo los haré desaparecer…”

Gn 6, 8-13

Guiraypoty se pone a salvo con su familia:

Guiraypoty, para huir del peligro, partió con su familia para el Este, en dirección al mar. Tan rápida fue la fuga, que no tuvo tiempo de plantar y cosechar la mandioca. Todos habían muerto de hambre si no fuera por su gran poder que hizo que surgiera alimento durante el viaje.

De la misma manera Noé se pone a salvo con su familia:

Noé, con sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, entraron en el arca para escapar de las aguas del diluvio. Dentro de siete días, caerán las aguas del diluvio sobre la tierra.

En cuanto a ti, reúne todo tipo de alimento y almacénalo. Eso te servirá de alimento para ti y para ellos.

Gn 6, 14-16

Guiraypoty construye una casa para resguardarse de las aguas:

Cuando alcanzaron el litoral, su primera tarea fue construir una casa de tablas para que llegando las aguas ella pudiera resistir. Terminada la construcción retomaron la danza y el canto.

Dios le ordena construir el arca, dándole una maqueta:

Haz un arca de madera resinosa; recúbrela con betún por dentro y por fuera. Estableceré mi alianza contigo y entrarás en el arca tú y tus hijos y las mujeres de ellos

Gn 6, 14-16

Hay una gran inundación:

El peligro se hacía cada vez más inminente pues el mar, como para apagar el gran incendio, se iba tragando a toda la tierra. Cuanto más subían las aguas, más Guiraypoty y su familia danzaban.

Conocemos este acontecimiento con el nombre de diluvio:

A los siete días, las aguas del diluvio cayeron sobre la tierra… Ese día, desbordaron las fuentes del gran océano y se abrieron las cataratas del cielo. La lluvia cayó cuarenta días y cuarenta noches.

Gn 7, 10-24

Guiraypoty tiene miedo, la mujer lo anima a tener esperanza:

Y para no ser tragados por el agua, subieron al techo de la casa. Guiraypoty lloró, pues tuvo miedo, pero la mujer le dijo: si tienes miedo, padre mio, abre tus brazos para que los pájaros que están pasando puedan posarse. Si ellos se detienen en tu cuerpo, pide que nos lleven a lo alto. Y aun encima de la casa, la mujer continuó tocando con ritmo la tienda contra el puntal de la casa, mientras las aguas subían.

El relato del Génesis no tiene correspondiente

La casa flota:

Guiraypoty entonó entonces el canto solemne guarani. Cuando iban a ser tragados por el agua, la casa se movió, giró, flotó y subió.

El arca flota:

Durante cuarenta días hubo diluvio sobre la tierra. Crecieron las aguas y levantaron el arca, que quedó elevada encima de la tierra. Las aguas subieron mucho sobre la tierra y el arca flotaba sobre las aguas.

Gn 7, 17-24

Nace de esa experiencia el mito de la tierra sin males:

… subió hasta las puertas del cielo, donde se quedaron a vivir.

Ese lugar a donde llegaron se llama Yvy mará ei (la tierra sin males). Ahí las plantas nacieron por sí mismas, la mandioca ya viene transformada en harina y la caza llega muerta a los pies de los cazadores. Las personas en ese lugar no envejecen y ni mueren y ahí no hay sufrimiento.

Una nueva alianza se confirma con la señal del arco iris:

Dios se acordó de Noe, de todas las fieras y de todos los animales domésticos que estaban con él en el arca. Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y las aguas bajaron. Entonces Dios así habló a Noé: “Sal del arca. Mientras dure la tierra, siembra y cosecha, frio y calor, verano e invierno, día y noche no han de faltar. Aquí está la señal de la alianza que instituyo entre mí y ustedes y todos los seres vivos que están con ustedes, por todas las generaciones futuras, pondré mi arco en la nube y él se tornará en signo de alianza entre mí y la tierra. Cuando el arco se forme en la nube, yo lo veré y me recordaré de la alianza eterna que hay entre Dios y los seres vivos, con toda carne que existe sobre la tierra”.

Gn 8,1.15-16.22; 9,9-16

 

Cada relato tiene su propia peculiaridad, pero la fuente de donde surgen es la misma: encontrar respuestas a las preguntas de los grupos humanos sobre su destino, su sufrimiento, la enemistad existente entre las personas, de las personas con la casa común y con lo trascendente. Las personas buscan el porqué de su vida, de las relaciones, de su comportamiento, y en la búsqueda, las respuestas son similares, pero revelan su percepción peculiar del universo, de los otros y de lo trascendente.

Podemos ver en el relato indígena, acentuaciones relacionadas a la cosmovisión de estos pueblos: la persona humana está integrada al universo. La música, el canto, la danza, expresan la relación entre la realidad humana y la trascendencia.

El Ser divino comunica su designio de castigo, dejando a la creatividad humana encontrar su camino, sus salidas. La única orden que el gran Chamán recibe es danzar. Danzar es como encontrar su centro vital, es abrir su canal de comunión con la madre tierra, con la trascendencia. Abrirse al misterio para abrirse a la comunión mística con las fuerzas vitales.

La música, la danza, el canto ritual permean todo el relato. Las manos marcando el ritmo. Los pies golpeando, acariciando, tocando, manteniendo contacto con las fuerzas vitales de la tierra. La voz seduciendo, invocando, suplicando, pidiendo, subiendo, tejiendo lazos con las fuerzas vitales del cielo.

Nhanderuvusu, moviendo un puntal, provoca fuego que origina la búsqueda de salvación. En el castigo, brota la solidaridad. Hay solidaridad en la fuga rumbo el mar, allá donde las aguas pueden detener el incendio. Solidaridad en el nuevo peligro que viene de las aguas. Solidaridad en la búsqueda de alimento, solidaridad en el miedo. Solidaridad con la naturaleza y con los pájaros.

En el peligro, Guiraypoty tiene miedo y llora. El socorro viene de la boca de la mujer que profiere palabras de consuelo, consejo y resistencia. Invita al marido a abrirse a la naturaleza, a abrazarla, alargar los brazos, ofrecer abrigo a los pájaros. Estos, ayudados, podrían ayudarlos y salvarlos. Al levantar el vuelo, los llevan a un lugar seguro y salvarlos. En fin, la comunión de los seres vivos con los seres de la naturaleza hace flotar hasta alcanzar las puertas del cielo: plenitud de vida.

En el relato judeo-cristiano, sobresalen otros elementos. El gran protagonista de la narración es Dios. Él comunica su disgusto, castigo, designio de elección. Dios ordena a su escogido Noé, considerado justo, el qué hacer, cómo y cuándo realizar su mandato. Predomina la palabra, todo sucede por la palabra de Dios. Noé y su familia obedecen la palabra-acción de Dios. La naturaleza obedece la voluntad divina: abre las compuertas del cielo durante cuarenta días y cuarenta noches.

Noé, su mujer, los hijos y sus mujeres en ningún momento hablan o expresan sentimientos. Aun en los dos momentos en que Noé toma la iniciativa de acción, no escuchamos su voz. El viento de Dios hace bajar las aguas, y Noé abre la ventana, soltando la paloma. Cuando Dios ordena, Noé y su familia salen del arca. Al salir, construye un altar y ofrece un sacrificio, que propicia a la divinidad, provocando a que se realice una nueva alianza.

El altar y el sacrificio son mediaciones entre la familia de Noé y lo Divino. La música, el canto, la danza, son mediaciones entre la familia de Guiraypoty y lo Divino. El arco del cielo es signo de la alianza ecológica, diríamos nosotros hoy, signo de la relación entre Dios, la tierra y los seres vivos que en ella habitan. En el mito de la Tierra Sin Males, la abundancia es signo de alianza, de la nueva relación entre el pueblo y lo divino.

Aquí vemos una diferencia fundamental de los dos relatos. En el relato bíblico, la alianza es proclamada por la palabra seguida del signo. En el relato guaraní, la hartura es signo que no precisa de palabras, pues habla por sí mismo.

En los dos relatos, la catástrofe se da por la maldad humana, afectando a todo el universo. Hay solidaridad en el castigo, hay solidaridad en la utopía. La salvación de la naturaleza y de la humanidad es mediada por una familia.

La utopía expresada en el mito de la Tierra Sin Males hace eco en nosotros la utopía alimentada en Isaías y en el libro del Apocalipsis: “Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva… Él secará toda lágrima de los ojos, pues nunca más habrá muerte, ni luto, ni dolor… Hay árboles de la vida que fructifican doce veces, dando frutos cada mes; y sus hojas sirven para curar a las naciones…” (Ap 21,1- 22,5; Is 65, 17-25).

La sintonía de palabras es sintonía en la esperanza de vida plena, pues este es el anhelo de la humanidad de todos los lugares y todos los tiempos.

 

Hacer silencio para oír la voz del pueblo amazónido, pueblo nacido de una historia sufrida, pueblo de la tierra, pueblo de los ríos. ¿Qué es lo que el pueblo de la amazónida nos está diciendo?

Hablar del pueblo amazónida, ¿qué pueblo es? Hoy, el pueblo amazónida es una mezcla de muchos grupos: indígenas, afrodescendientes, nordestinos, agroextractivistas, fluviales, dueños colonos y migrantes, poblaciones urbanas. La historia de la colonización, de la ocupación de la Amazonia nos habla de eso. Historia que todavía debe ser escrita, pues hasta ahora fue escrita a partir del colonizador.

Amazonia: lugar de descubrimientos y revelaciones. La sabiduría milenaria acumulada en la vida de los pueblos originarios de la floresta y se manifiesta en sus actitudes éticas de respeto y admiración por los seres de la naturaleza. La tradición cultural de los pueblos amazónicos nos enseña que la tierra no es un bien de especulación que pueda ser vendido o cambiado (Lv 25, 23). Los pueblos indígenas que luchan por la demarcación de sus territorios, los remanecientes de los quilombos que reivindican el reconocimiento de la posesión de sus tierras o agroextractivistas que establecen normas de uso de los recursos naturales reafirman que la tierra no es un bien negociable, sino fuente de vida.

En América Latina existe, desde hace años, el esfuerzo de releer la historia del pueblo de Israel no a partir de los proyectos hegemónicos, sino a partir de los proyectos de resistencia. Releer la formación del pueblo a partir de los grupos que están en el origen del pueblo de Israel e iluminar los orígenes, la formación del pueblo amazónico. Releer el exilio a partir de los grupos que en estas tierras vivieron y viven su exilio. Exilio vivido como exiliado en la propia tierra y como camino y búsqueda de vida. Releer el pos-exilio a partir de los proyectos de reconstrucción, no del proyecto vencedor, emergente, sino a partir de los de los grupos que resistieron y resisten con proyectos alternativos del bien vivir. Proyectos de preservación de los ríos, de la tierra y de la floresta, del potencial genético. Releer a Jesús de Nazaret, su Movimiento, las Primeras Comunidades, como propuesta y experiencia de espacios alternativos donde era y es posible experimentar y proponer nuevas relaciones, en un mundo, en una religión que a veces excluye.

Hace años, se viene haciendo eso. Pero, quien sabe, necesitamos asumir esta hermenéutica bíblica como comunidad cristiana, en la formación en los seminarios, en la fidelidad a Jesús de Nazaret, al pueblo amazónida.

Hacer silencio y percibir los olores que emanan de las ciudades antiguas y nuevas, y de las periferias: ¿Qué revelan estos olores?

La realidad amazónica no es solamente floresta y rio. Hoy es ciudad y es urbana. Las ciudades con sus periferias son el gran desafío para las comunidades cristianas. Cada vez más escuchamos voces que afirman que el futuro es del mundo urbanizado.

Las CEBs nacieron y se abrieron en el mundo rural. Todavía estamos en un proceso doloroso de búsqueda: ¿cómo injertar esta experiencia en la realidad urbana?

La Teología de la Liberación, la Lectura Popular de la Biblia y otras instancias bíblicas, tuvieron al conflicto Campo – Ciudad, como uno de los paradigmas para leer el Texto Bíblico. La exégesis y la hermenéutica, sea del Primero como del Segundo Testamento, a la luz de este conflicto, hacen a la ciudad el lugar de la opresión, exclusión, en fin, símbolo de todo lo que es malo.

 Dijimos al inicio de esta reflexión, que el contexto es el punto de partida de toda reflexión bíblica. Entonces los olores que suben de la ciudad deben contextualizar nuestra exégesis, nuestra hermenéutica. En la ciudad no hay solamente olores desagradables, hay también perfumes.

Tenemos enfrente una labor sin igual, pues es necesario una conversión profunda. Mas que nunca, tomar consciencia que no podemos aislarnos, sino mezclarnos, embriagarnos de estos olores, hasta que entrañados y con las vísceras contorciéndose, sintamos el perfume, la brisa leve y guiados por el olfato ir detrás, cojeando, errando, dando vueltas hasta encontrar el camino cierto. En esta tarea, tal vez podamos tener como compañero al apóstol Pablo, libre ya de moralismos doctrinarios. Pablo, ciudadano y amante de la ciudad, hizo de las polis grecorromanas, su planta de evangelización.  

Hacer silencio, quitarse las sandalias porque estamos pisando tierra sagrada, el suelo de la religiosidad popular, pueblo místico que resistió y resiste. ¿Qué tipo de fe es la que este pueblo místico nos transmite?

“Quítate las sandalias de los pies porque el lugar que pisas es tierra santa” (Ex 3,5).

Es interesante notar algunos elementos: Moisés está en la tarea cotidiana, en el pastoreo. Desconoce que el suelo del quehacer diario es tierra sagrada. Entonces los sentidos como que se abren misteriosamente. Los ojos ven. El ver suscita curiosidad, querer conocer. El ver pone en movimiento sus pies. Todo su cuerpo responde a esos estímulos. Salir del camino trazado, aproximarse para ver de cerca, para conocer. Y se da el encuentro: quien ve es visto y, comienza un diálogo que de los ojos pasa a todos los sentidos hasta llegar al conocimiento, al corazón. En el encuentro, en el diálogo viene la revelación: la tierra de lo cotidiano es lugar sagrado.

Salirse de lo trazado, encaminarse por veredas desconocidas para ir al encuentro y conocer de cerca, todo el cuerpo está empeñado en la búsqueda. Tal vez y sea el camino que necesitamos recorrer para llegar al corazón de esta tierra mística, de este pueblo místico.

En la región amazónica donde el agua y el cielo se encuentran, donde el verde de la floresta se confunde con el azul del cielo, donde la vida esta marcada por el ritmo de la marea, donde, a pesar de la tecnología, las personas todavía se integran con la naturaleza; donde los espíritus, los encantados, los abandonados, los perseguidos por el “fantasma” y el delfín de rio… son realidades vivas para el pueblo.

 La relación mística que el pueblo indígena tiene con la naturaleza, la relación mística que el que vive en las orillas de los ríos tiene con su ambiente, con la marea… La relación mística que el agricultor tiene con el suelo. La relación mística que las mujeres tienen con la vida. La relación mística… dejo a ustedes continuar con esta letanía.

Y aquí, siento la cercanía que el pueblo tiene con lo trascendente, proximidad con el pueblo bíblico. Agar llama a Dios: El Roi- veo aún aquí, después de aquel que me ve. Proclama su credo en el lugar donde Dios vino a su encuentro (Gn 16, 13-14). Raquel y Lía que hacen teología en los hijos y en la hija que dan a luz escribiendo en ellos los nombres de Dios: dar a luz se vuelve una experiencia mística (Gn 29, 31-30,24).  Lugares que reciben nombres que reflejan la memoria de la experiencia con lo Divino. Experiencias de un Dios que se manifiesta siempre como novedad. Nombres que revelan al Dios Roca, Pastor, Padre, Libertador, Redentor, Madre, Esposo, Partera (Sl 92,16; Sl 23 Ex 15,21; Is 44,24; Is 49,14-16; Is 62,4-5; Jo 38,28-29). Experiencia de Dios que brota de lo vivido.

Jesús de Nazaret es hijo de esta experiencia mística, de este pueblo místico. Al encarnarse y al colocar su tienda en nuestro medio, nos invita a entrar en la escuela del pueblo. Salir para ir a ver, para conocer de cerca, para aproximarse y descubrir lo sagrado en lo cotidiano, en los cuerpos, en la naturaleza, en las expresiones religiosas del pueblo, nombrar lo Divino con las experiencias diarias.

Quién sabe si aquí en la Amazonia consigamos realizar lo imposible: la convivencia de la ritualidad oficial con la ritualidad diversificada del pueblo amazónida.

 

Hacer silencio, ver, escuchar, descender, conocer para poder escribir una nueva página.

La Amazonia a través del Sínodo, más que nunca viene a iluminar: hablada, conocida, discutida… ¿será vivida? ¿Seguirá siendo más un mito que realidad?

Es necesario buscar el significado mítico de las aguas, florestas, herencia de una cultura regional y fuente de vida. Interpretar la naturaleza amazónica agradeciendo su generosa y exuberante belleza y todos los recursos que ella nos ofrece: remedios, hojas, raíces, frutas, maderas, alimentos, belleza para ser conservada y cultura para preservar. Establecer una relación amorosa, afectiva que transmita nuestro deseo que ella continúe existiendo a través de acciones concretas en el día a día. Convocando a otras personas para que se unan a nosotros en la defensa de la Amazonia.

Debemos confesar nuestra ignorancia delante esta explosión de vida y de su complejidad y verla como fuente de placer, vida, felicidad, alegría. Ser humildes, pedir perdón por tanta torpeza, ingratitud y maldad, y querer cambiar. Adoptar una actitud de reconocimiento, gratitud y compromiso con su mantenimiento, como hilo de la vida. Tenemos que protestar contra lo verde que está siendo muerto, contra los criminales que atizan fuego en la floresta, contaminan los ríos y lagos, exterminan la fauna y matan a sus legítimos hijos e hijas.

La Amazonia nos habla de una realidad que sobrepasa los límites de Brasil, del Continente Americano. Somos ciudadanos y ciudadanas planetarias retadas a aprender, buscar alternativas para hacer renacer constantemente la vida. Vida que renace de las cenizas que se transforman en abono fertilizando la tierra.

El ser humano y la tierra están casados. Forman un único e indisoluble matrimonio. Roto el lazo de unión, las personas caen en un exilio hecho de polvo amargo y estéril. Que este no sea nuestro futuro.

La fantástica biodiversidad de la Amazonia nos lleva a transformar los “ay” en “benditos” con las palabras del salmo:

Bendice al Señor
que hace brotar fuentes de aguas,
ellas corren y dan de beber a todos los animales;
riegan montes y planicies, la tierra seca se sacia dando fruto.
Hacen brotar hierba para el rebaño,
plantas útiles para el pueblo,
que de la tierra saca su pan.
Nuestros árboles frondosos son nido para los pájaros,
alegrando el universo con su canto.
Bendice al Señor,
que hizo la luna para marcar el ritmo del tiempo,
el sol para iluminar y fecundar la tierra.
Cuan bella es tu obra Señor,
la tierra está llena de tu sabiduría.
Alaben al Señor, sol y luna,
aguas, plantas, animales.
Hombres y mujeres alaben,
celebren a Dios en la vida.

(Salmo 104,1.10-17; 149,3)

 

PARA REFLEXIONAR:

  • El paradigma eco-teológico nos reta a repensar la vida misionera religiosa de hoy: ¿Cómo resuena en nosotros esa afirmación? ¿Es posible eso? Pongan ejemplos.
  • “Nosotros somos parte de la tierra, la tierra es parte de nosotros”. Estas palabras revelan la profunda comunión con la madre tierra. ¿Nos mueven a evaluar nuestra espiritualidad, nuestros ritos, nuestra pastoral?
  • La Familia, tela de relaciones, son conceptos sinónimos: ¿vivimos y testimoniamos nuestras relaciones comunitarias como tela de relaciones fraternas?
  • ¿Nos atrevemos a resignificar los votos como profecía ante el actual modelo económico, político, social y religioso?

_________________________________

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. BRENNER, Athalia, Gênesis, A partir de uma leitura de gênero, Paulinas, São Paulo 2000.
  2. CAPRA, Fritjof, O Ponto de Mutação. A Ciência, a Sociedade e a Cultura emergente, São Paulo, Cultrix, 2000.
  3. CIMI, A TERRA SEM MALES EM CONSTRUÇÃO, IV Encontro de Teologia Índia, Mensageiro, Belém, 2002.
  4. CROATTO, Severino, A vida e a natureza em perspectiva bíblica. Apontamentos para uma leitura ecológica da Bíblia, em: Revista de interpretação Bíblica Latino-Americana, 21, p. 42-49, Petrópolis, 1995/2.
  5. MEIRELLES FILHO, João Carlos, O livro de Ouro da Amazônia: Mitos e verdades sobre a região mais cobiçada do planeta, Rio de Janeiro, Ediouro, 2004.
  6. RAIMER, Aroldo, Toda a Criação. Bíblia e Ecologia, São Leopoldo, OIKOS, 2006.
  7. THEISSEN, Gerd, La Religione dei Primi Cristiani. Una teoria sul cristianismo delle origini, Torino, 2004.
  8. PORANTIM, Brasília/DF, agosto 2000, n.227, pg.16.
  9. DOCUMENTO PREPARATORIO, AMAZÔNIA. Novos Caminhos para Igreja e para uma Ecologia Integral. REPAM, Brasília/DF, 2018.

 

 

 

 

                                                     

 

[1] Para superar el término “caboclo” (de la región), que tiene tinte de menosprecio, se usa el término “amazómida”, que es la persona que vive en la Amazonia, fruto de la confluencia de sujetos sociales, amerindios de tierra firme, negros, nordestinos, europeos de diversas nacionalidades que inauguran nuevas y singulares formas de organización social en los trópicos amazónicos.